sábado, 15 de diciembre de 2012

Los españoles aventureros



Aventura
César Alonso de los Ríos
Para el hispanista Karl Vossler los españoles nos hemos distinguido siempre por tomarnos la vida como una aventura. Hasta el extremo de no querer reconocernos como tales. Si fuimos los primeros europeos en crear un Estado y gracias a ello pudo surgir una conciencia nacional (Menéndez Pelayo dixit) fuimos también los primeros en preguntarnos hasta la obsesión por nuestro «origen, ser y existir» (Castro, Albornoz) y por los «hechos diferenciales» de algunas regiones (Rovira y Virgili, Prat, Arana). Las luchas por esta cuestión, llamada nacional, llegó a ser armada en el 36 aunque se mezcló con revoluciones agrarias y luchas antirreligiosas. Tras la era de Franco, que diría Tamames, las viejas diferencias se encauzarían hacia los Parlamentos con la excepción de ETA que hoy necesita la comprensión de todos para morir en su casa.
La verdad es que la democracia les cayó a las gentes en las manos, tan facilmente, tan de sopetón, tan sin quererlo, tan a rey puesto, que entre unos cuantos políticos distribuyeron a gusto las provincias en «comunidades», y al distinguir estas entre normales e históricas insinuaron la carrera que cabría hacer en el futuro. Los sobreentendidos sobre el diseño del posible Estado eran tales que todo este juego fue un aplazamiento a la solución del problema de fondo, la clave de paz de la «transición». Con la excepción de ETA. Pero fue la Constitución lo que dejó anunciada la guerra. Se iba a disimular el descuartizamiento del ser histórico de España como si se tratara de una descentralización administrativa. Cobardes. Ahora llega la hora. De nuestra nueva aventura. La que no sospechaban nuestros políticos más tontos: cuando explicaron por todos los países del orbe las maravillas de este retablo en transición. Pero no lo que sucedería más o menos por estas fechas. Con el pretexto de algo así como una guerra mundial o una crisis económica..

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