martes, 11 de diciembre de 2012

Las explicaciones de Zapatero



Las explicaciones de Zapatero
JOSÉ MARÍA CARRASCAL
Zapatero quiere explicarnos su mandato. Como si necesitara explicación. Lo que ya no se explica es qué hace en el Consejo de Estado
DESDE el Consejo de Estado -en España, en vez de enterrar en la ignominia a los malos gobernantes les premiamos con cargos esplendorosos-, José Luis Rodríguez Zapatero -¿qué consejos de Estado podrá dar el que estuvo a punto de hundirlo?- nos anuncia un libro que «no va a ser de memorias, sino una explicación de cómo vivió la crisis, de lo que sintió, de las contradicciones que tuvo, de lo que no pudo lograr». Explicar, dice el diccionario, es «exponer un hecho claramente», y en una segunda acepción, «justificar, exculpar palabras o acciones». Todo apunta que es ante lo que nos encontramos. Cómo, tras dos victorias electorales que le permitieron todos los caprichos políticos, en la madrugada del 10 de mayo de 2009, le despertó una llamada de Obama para decirle que tenía que cambiar toda su política económica pues ponía en peligro no ya España, sino Europa. Se lo acababa de decir Ángela Merkel, pero como ella no tenía ninguna influencia sobre él, lo mejor era que se lo dijese el presidente norteamericano, que sí la tenía.
¡Y vaya si la tenía! En horas 24, Zapatero recortó pensiones y salarios, subvenciones y prebendas, prioridades y filosofías, pasando España de tener la mejor banca del mundo a tener la más endeudada y de estar a punto de sobrepasar a Francia a estar a punto de hacer compañía a Grecia. ¡Eso sí que es caerse de una nube o de la cama!
Pero el expresidente, por lo que nos cuentan quienes gozan de sus confidencias, no se disculpa por ello ni, menos, nos pide perdón. Se limita a explicarlo e incluso defiende las medidas que tomó, no sólo los mayores recortes sociales de la España democrática, sino también en las que se gastó hasta el último euro en la caja, haciendo regalos a voleo y ampliando rotondas por toda España. Tampoco hay que reprochárselo. Las memorias de los políticos, y éstas lo son, tratan de justificar lo que les salió mal. Están en su derecho a hacerlo. Como nosotros estamos en el de no creerles. Pues estaría bueno que si encima de haberse equivocado, aceptásemos que la equivocada es la realidad. Lo que suele ocurrir en estos casos es que los implicados quedan aún más en evidencia.
El problema de José Luis Rodríguez Zapatero fue desde el principio su falta de preparación para el cargo. Llegó a él por los azares de la vida y las bombas de los terroristas, sin la experiencia humana y política necesaria para un puesto de tal responsabilidad, y se rodeó de un gabinete de revista de moda y de aduladores ambiciosos, poniéndose a gobernar con la audacia de los indocumentados y la frescura de los diletantes. Sin que el país le pusiera cortapisas, por lo que la culpa también es nuestra. Ahora nos quiere explicar lo que ocurrió. Como si no lo supiéramos. Y sufriéramos.

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