Dios
dirá
JOSÉ
MARÍA CARRASCAL
¿Es
la izquierda una subsidiaria de la derecha para corregir los excesos de esta,
pero sin capacidad de crear riqueza, sólo de gastarla?
NADA
ilustra mejor el desconcierto que reina en el PSOE que ese «Dios dirá» que su
hoy máximo dirigente dedicó al futuro que les aguarda. Al dejar en manos de
Dios la celebración de primarias y cuanto salga de ellas, Rubalcaba abdicaba de
aquel principio socialista que pone en manos de los hombres su destino, dejando
a Dios al margen del asunto. Ya sé que su intención no era ésa, que se trató de
un «acto fallido freudiano», pero que se le escapase resulta revelador.
Revelador
y preciso, pues el socialismo y la izquierda en general se hallan en una crisis
aún más profunda que la económica, al afectar a su médula. Comenzó con el
desplome del «socialismo real» o comunismo, y se hunde con la desaparición del
Estado del bienestar que estamos sufriendo y presenciando, sin que hayan
encontrado la fórmula para evitarlo. Cada vez que desde la izquierda nos gritan
«¡Defender el Estado del bienestar!», dan ganas de preguntarles: «¿De qué
Estado del bienestar están hablando?» Porque ha desaparecido mientras
gobernaban, sin quedar apenas rastros de él en una economía mundial regida por
la productividad, la eficacia y el esfuerzo, que son los valores contrarios a
los que ellos defienden. Lo que nos hace pensar que la izquierda es una
subsidiaria de la derecha, para corregir los excesos de esta, pero sin
capacidad de generar riqueza, sólo de gastarla, y no siempre bien.
Para
salir de este maldito dilema, los socialistas españoles se están inventando
todo tipo de vías de escape, desde las más tradicionales a las más
perogrullescas. Ya optaron bajo Zapatero por su favorita, aumentar el gasto
público, con lo que sólo consiguieron vaciar las arcas del Estado y disparar su
deuda. Siguió lo de «aumentar los impuestos a los más ricos», siempre tan
decorativo. Sin duda habrá que hacerlo, pero eso no resuelve el problema, pues
los ricos siempre pueden escapar adonde paguen menos impuestos, como está
ocurriendo en Francia. Aunque lo último que se les ha ocurrido a nuestros
socialistas recuerda el bálsamo de Fierabrás: federalizar España. Sólo a un
tonto o a un desesperado puede ocurrírsele algo así. Primero, porque el proceso
sería tan largo que el país se hundiría antes de que terminara. Segundo, porque
no existe garantía de que la federalización acabaría con la crisis. Y tercero,
porque el Estado de las Autonomías es una especie de Estado Federal, y ya ven
cómo nos va con él.
Si
los socialistas españoles quieren salir del pozo en que se encuentran, y de
paso ayudar a España a salir de él, lo que tienen que hacer es dejarse de
alianzas con independentistas y ultraizquierdistas, para acercarse al centro
del país. Que es lo que Felipe González les ha recomendado, sin demasiado
éxito. Algo que corrobora lo cerca que están del encefalograma plano.
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