miércoles, 19 de diciembre de 2012

Dios dirá



Dios dirá
JOSÉ MARÍA CARRASCAL
¿Es la izquierda una subsidiaria de la derecha para corregir los excesos de esta, pero sin capacidad de crear riqueza, sólo de gastarla?

NADA ilustra mejor el desconcierto que reina en el PSOE que ese «Dios dirá» que su hoy máximo dirigente dedicó al futuro que les aguarda. Al dejar en manos de Dios la celebración de primarias y cuanto salga de ellas, Rubalcaba abdicaba de aquel principio socialista que pone en manos de los hombres su destino, dejando a Dios al margen del asunto. Ya sé que su intención no era ésa, que se trató de un «acto fallido freudiano», pero que se le escapase resulta revelador.

Revelador y preciso, pues el socialismo y la izquierda en general se hallan en una crisis aún más profunda que la económica, al afectar a su médula. Comenzó con el desplome del «socialismo real» o comunismo, y se hunde con la desaparición del Estado del bienestar que estamos sufriendo y presenciando, sin que hayan encontrado la fórmula para evitarlo. Cada vez que desde la izquierda nos gritan «¡Defender el Estado del bienestar!», dan ganas de preguntarles: «¿De qué Estado del bienestar están hablando?» Porque ha desaparecido mientras gobernaban, sin quedar apenas rastros de él en una economía mundial regida por la productividad, la eficacia y el esfuerzo, que son los valores contrarios a los que ellos defienden. Lo que nos hace pensar que la izquierda es una subsidiaria de la derecha, para corregir los excesos de esta, pero sin capacidad de generar riqueza, sólo de gastarla, y no siempre bien.

Para salir de este maldito dilema, los socialistas españoles se están inventando todo tipo de vías de escape, desde las más tradicionales a las más perogrullescas. Ya optaron bajo Zapatero por su favorita, aumentar el gasto público, con lo que sólo consiguieron vaciar las arcas del Estado y disparar su deuda. Siguió lo de «aumentar los impuestos a los más ricos», siempre tan decorativo. Sin duda habrá que hacerlo, pero eso no resuelve el problema, pues los ricos siempre pueden escapar adonde paguen menos impuestos, como está ocurriendo en Francia. Aunque lo último que se les ha ocurrido a nuestros socialistas recuerda el bálsamo de Fierabrás: federalizar España. Sólo a un tonto o a un desesperado puede ocurrírsele algo así. Primero, porque el proceso sería tan largo que el país se hundiría antes de que terminara. Segundo, porque no existe garantía de que la federalización acabaría con la crisis. Y tercero, porque el Estado de las Autonomías es una especie de Estado Federal, y ya ven cómo nos va con él.

Si los socialistas españoles quieren salir del pozo en que se encuentran, y de paso ayudar a España a salir de él, lo que tienen que hacer es dejarse de alianzas con independentistas y ultraizquierdistas, para acercarse al centro del país. Que es lo que Felipe González les ha recomendado, sin demasiado éxito. Algo que corrobora lo cerca que están del encefalograma plano.

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